Impacto ambiental de los SUV: Más allá del estilo y la comodidad
Los SUV representan el 46% de las ventas globales de automóviles, pero ¿a qué precio? Explicamos por qué estos vehículos, a pesar de su popularidad, pueden contribuir significativamente a las emisiones contaminantes.La sociedad moderna, preocupada por el cambio climático, ha adoptado los SUV como símbolo de estatus y comodidad. Sin embargo, este aumento en la preferencia por vehículos más grandes y pesados tiene un impacto significativo en el medio ambiente.
¿Qué significa SUV?
En la práctica, consiste, antes que nada, en levantar las suspensiones de un coche para dar un efecto de todoterreno (aunque no lo sea) y permitir que el conductor tenga la sensación de mejorar su visibilidad desde una posición más alta. Y además, se añaden detalles de carrocería similares a los de los antiguos todoterrenos o 4x4.
De hecho, la idea inicial del SUV fue "urbanizar" los 4x4: apariencia de todoterreno, pero pensado para circular por las ciudades, con un estilo más "deportivo" y menos rural.
Contaminación SUV: el dilema de la popularidad
Aunque la conciencia ambiental crece, la preferencia por SUV persiste.
El psicólogo del consumo, Albert Vinyals, destaca la paradoja: "Es básicamente tener un coche que se vea más grande y te dé la sensación, sobre todo, de seguridad de manera narcisista, sentirte con un vehículo y notarte más poderoso. Cuanto a funcionalidad del coche, tiene un poco más de espacio que un coche más pequeño, pero sobre todo es una cuestión más psicológica".
Los SUV, originalmente concebidos para urbanizar los 4x4, han evolucionado hacia un fenómeno que va más allá de lo funcional. La combinación de una apariencia todoterreno con detalles de carrocería de los antiguos 4x4 ha creado un vehículo que, aunque se utiliza principalmente en entornos urbanos, conserva su estética aventurera.
SUV pequeños y SUV gigantes
Precisamente, el hecho de que el concepto SUV se haya vuelto de moda ha obligado a incluir la etiqueta SUV en cada vez más tipos de modelos. Esto significa, en primer lugar, que las marcas han readaptado modelos SUV que ya existían, comenzando por las gamas más populares y sencillas.
Y dado que es un concepto que gusta a los consumidores, las versiones SUV han superado en ventas a las de los utilitarios originales: el Seat Arona ha superado en ventas a su antecesor, el Ibiza; el Peugeot 2008, al 208; el Renault Captur, al Clio; el Toyota Yaris Cross, al Yaris... Solo el Opel Corsa original aún se mantiene frente a la versión SUV.
Ahora bien, como siguen siendo coches pequeños, adaptados como utilitarios, la industria misma no se pone de acuerdo con su denominación. Más que SUV, se les conoce como "crossover"- En cualquier caso, son versiones con pequeñas modificaciones que suman alrededor de 100 kilos más al peso de las versiones originales y entre 1.000 y 2.000 euros más al precio.
SUV pequeños y SUV gigantes
El hecho es que, entre pequeños, medianos y grandes, los SUV o similares representan ya el 46% del total de ventas de coches en el mundo (con datos del 2022). De hecho, ha sido el segmento con incrementos más espectaculares, sobre todo en los Estados Unidos, la India y Europa.
La Agencia Internacional de la Energía (que no se caracteriza precisamente por ser una entidad ecologista radical) hizo hace unos meses un análisis de estos datos para destacar que "mientras las ventas de SUV no dejan de subir, sus emisiones de CO₂ ya rozan los 1.000 millones de toneladas".
Es importante recordar que estas toneladas equivalen, más o menos, a la suma de emisiones anuales de Alemania y España, en el conjunto de toda su actividad. La AIE advierte que "el giro hacia coches más pesados y menos eficientes hace crecer la demanda de petróleo y las emisiones de CO₂". De hecho, constatan que la demanda de petróleo entre los coches convencionales ha disminuido, pero la que proviene de los SUV aumentó el año pasado en 500 millones de barriles por día.
La misma Agencia de la Energía aporta cifras: "En promedio, los SUV consumen un 20% más de combustible que un coche convencional. Y las emisiones de CO₂ de los SUV aumentaron en 70 millones de toneladas en 2022".
Hay cálculos que cifran en un 15% más las emisiones de estos vehículos respecto a los convencionales.
Sin embargo, es importante recordar que, en Europa, muchos de los nuevos vehículos son SUV pequeños o medianos. Como señala Joan Dalmau, de coches.net, "consumen un poco más, pero, teniendo en cuenta el parque automovilístico que tenemos, si sustituimos un coche de hace 20 o 25 años, que hay muchísimos, por un coche moderno, la diferencia tampoco es tanta. Y seguramente será una diferencia positiva en comparación con lo que contaminaba el coche que desguazamos".
¿Los SUV eléctricos son la solución?
Si el coche eléctrico ya es visto a menudo como la respuesta en la lucha contra el cambio climático, los SUV lo son aún más. No es extraño que los fabricantes se esfuercen por presentarse en todas partes con etiquetas verdes. Con motores eléctricos, enchufables o híbridos, aunque estén montados en vehículos que pueden acabar pesando dos toneladas y media.
"Buscas un coche eléctrico con el discurso de la sostenibilidad —dice Albert Vinyals, psicólogo del consumo—, pero, en cambio, es un coche muy, muy grande que, evidentemente, si fuera más pequeño, gastaría menos, aunque fuera electricidad. Pero, sobre todo, los recursos para construirlos no tendrían nada que ver."
En la fabricación se necesita procesar tantos minerales y materiales que incluso una gran marca ha reconocido que la huella de carbono es superior a la de los coches de combustible. Aunque se puede compensar según los kilómetros que se acaben haciendo con las emisiones cero del motor eléctrico.